viernes, 31 de enero de 2014

TEMA 3 :UNA NUEVA GEOGRAFIA POLITICA Y ECONOMICA



TEMA 3 :

UNA NUEVA GEOGREFIA POLITICA Y ECONOMICA


GUERRAS NAPOLEONICAS


 
Las Guerras Napoleónicas fueron una serie de conflictos militares que tuvieron lugar durante el tiempo en que Napoleón I gobernó en Francia. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución francesa y continuaron, a instigación y gracias al financiamiento de Inglaterra, durante todo el Primer Imperio francés. No existe consenso sobre el momento exacto en que comenzaron estas guerras. Hay quien considera que empezaron cuando Napoleón alcanzó el poder en Francia, en noviembre de 1799, sin embargo otras versiones sitúan el periodo bélico entre 1799 y 1802 en el contexto de las Guerras Revolucionarias Francesas, y consideran la ruptura de la paz y declaración de guerra del Reino Unido a Francia en 1803, que siguió al breve periodo de paz del Tratado de Amiens en 1802 como el punto inicial de las llamadas "Guerras Napoleónicas". Las "Guerras Napoleónicas", que hoy en día se tiende cada vez más a llamar las "Guerras de Coalición" por haberle sido en realidad impuestas a Napoleón por los aliados, finalizaron el 20 de noviembre de 1815, tras la derrota final de Napoleón en la Batalla de Waterloo y el Segundo Tratado de París de 1815. En conjunto, el casi continuado período de guerras comprendido entre el 20 de abril de 1792 y hasta el 20 de noviembre de 1815 es llamado con frecuencia La Gran Guerra Francesa (anterior a la Primera Guerra Mundial, llamada simplemente La Gran Guerra).

 CAMPAÑAS NAPOLEONICAS


Napoleón guerra. En 1805 se organizo la tercera coalición de los países europeos contra Francia participaban en ella Inglaterra, Austria y Rusia. Con impresionante rapidez, Napoleón derroto a los ejércitos de Austria y Rusia en una serie de campañas militares brillantes. después ataco a Inglaterra con la ayuda de la flota española, pero fue derrotada en la batalla de Trafalgar en 1805 en la cual la fuerza naval inglesa provoco su supremacía.
 

LA INVASION FRANCESA A ESPAÑA

La Guerra de la Independencia Española (1808-1814) fue un enfrentamiento militar entre España y el Primer Imperio Francés, provocado por la pretensión de Napoleón de instalar en el trono español a su hermano José Bonaparte, tras las abdicaciones de Bayona. Forma parte de las Guerras Napoleónicas.

La Guerra de Independencia, también conocida en español como la francesada,[1] Guerra Peninsular,[2] Guerra de España,[2] Guerra del Francés,[2] Guerra de los Seis Años,[2] y el Levantamiento y revolución de los españoles,[2] se solapa y confunde con lo que la historiografía anglosajona llama «Guerra Peninsular» (Peninsular War), iniciada en 1807 al declararle Francia y España la guerra a Portugal, tradicional aliado del Reino Unido. También tuvo un importante componente de guerra civil a nivel nacional entre afrancesados y patriotas. El conflicto se desarrolló en plena crisis del Antiguo Régimen y sobre un complejo trasfondo de profundos cambios sociales y políticos impulsados por el surgimiento de la identidad nacional española y la influencia en el campo de los «patriotas» de algunos de los ideales nacidos de la Ilustración y la Revolución francesa, paradójicamente difundidos por la élite de los afrancesados.

Según el tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), el primer Ministro Manuel Godoy preveía, de cara a una nueva invasión hispanofrancesa de Portugal, el apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales. Bajo el mando del general Jean-Andoche Junot, las tropas francesas entraron en España el 18 de octubre de 1807, cruzando su territorio a toda marcha en invierno, y de llegar a la frontera con Portugal, el 20 de noviembre. Sin embargo, los planes de Napoléon iban más allá, y sus tropas fueron tomando posiciones en importantes ciudades y plazas fuertes con objeto de derrocar a la Casa de Borbón y suplantarla por su propia dinastía, convencido de contar con el apoyo popular.

El resentimiento de la población por las exigencias de manutención de las tropas extranjeras, que dio lugar a numerosos incidentes y episodios de violencia, junto con la fuerte inestabilidad política surgida por la querella entre Carlos IV de España y su hijo y heredero Fernando VII, orquestada por los franceses, que se inició con el Proceso de El Escorial y culminó con el Motín de Aranjuez y el ascenso al poder de Fernando VII, precipitó los acontecimientos que desembocaron en los primeros levantamientos en el norte de España y la Jornada del 2 de mayo de 1808 en Madrid. La difusión de las noticias de la brutal represión, inmortalizada en las obras de Francisco de Goya, y de las abdicaciones de Bayona del 5 y 9 de mayo, que extendieron por la geografía española el llamamiento, iniciado en Móstoles, a enfrentarse con las tropas imperiales, decidieron la guerra por la vía de la presión popular a pesar de la actitud contraria de la Junta de Gobierno designada por Fernando VII.

La guerra se desarrolló en varias fases en las que ambos bandos tomaron sucesivamente la iniciativa, y se destacó por el surgimiento del fenómeno guerrillero que, junto con los ejércitos regulares aliados dirigidos por Arthur Wellesley, duque de Wellington, provocaron el desgaste progresivo de las fuerzas bonapartistas. La población civil, que padeció los efectos de una guerra total, en la que tanto franceses como los aliados se cebaron con la población y objetivos civiles, saqueando y pillando a gran escala y devastando, por ejemplo, la industria española, considerada una amenaza para sus respectivos intereses.[3] Los primeros éxitos de las fuerzas españolas en la primavera y el verano de 1808, con la batalla del Bruch, la resistencia de Zaragoza y Valencia y, en particular, la sonada victoria de Bailén, provocaron la evacuación de Portugal y retirada francesa al norte del Ebro, seguida en el otoño de 1808 por la entrada de la Grande Armée, encabezada por el propio Napoleón, que culminó el máximo despliegue francés hasta mediados de 1812. La retirada de efectivos con destino a la campaña de Rusia fue aprovechada por los aliados para retomar la iniciativa a partir de su victoria en la Batalla de los Arapiles (22 de julio de 1812) y, contrarrestando la ofensiva francesa, avanzar a lo largo de 1813 hasta Pirineos, derrotando a los franceses en las batallas de Vitoria (21 de junio) y San Marcial (31 de agosto). El tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) restauró a Fernando VII y dejaba a España libre de la presencia extranjera, pero no evitó la invasión del territorio francés, siendo la batalla de Toulouse (10 de abril de 1814), el último enfrentamiento de la guerra. Refiriéndose a la guerra de independencia española, Napoleón I, en su exilio, declaró:

Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido. 

INDEPENDENCIAS AMERICANAS

independencia de México

 La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana tuvo su antecedente en la invasión de Francia a España en 1808 y se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.

El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.

La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.

A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.

A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento insurgente de un marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.

La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español. Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron apoyar la independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores, y a principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente Guerrero. Ambos proclamaron el Plan de Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y contó con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente, la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821.
Tras esto, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera monarquía católica que dio paso a una república federal en 1823, entre conflictos internos y la separación de América Central.
Después de algunos intentos de reconquista, incluyendo la expedición de Isidro Barradas en 1829, España reconoció la independencia de México en 1836, tras el fallecimiento del monarca Fernando VII.

INDEPENDENCIA DE AMERICA DEL SUR

América del Sur o Sudamérica, también llamada Suramérica, anteriormente conocida simplemente como América (1507–1538),[ es el subcontinente austral de América. Está atravesada por la línea ecuatorial en su extremo norte, quedando así con la mayor parte de su territorio comprendida dentro del Hemisferio Sur. Está situada entre el océano Atlántico y el océano Pacífico quienes delimitan los extremos Este y Oeste respectivamente, mientras que el Mar Caribe delimita por el norte y el Océano Antártico su extremo sur. Ocupa una superficie de 17,8 millones de km², lo que representa un 42% del continente americano y un 12% de las tierras emergidas, y está habitada por el 6% de la población mundial.
Incluye actualmente doce países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, aunque hay libros que incluyen a la nación caribeña de Trinidad y Tobago por encontrarse sobre la plataforma continental de Venezuela. Los países que bordean el Mar Caribe —Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Trinidad y Tobago y también la Guayana Francesa, que es un departamento de ultramar de Francia, y Aruba, Curazao y el estado de Bonaire pertenecientes al Reino de los Países Bajos— se conocen en conjunto como el Caribe Sudamericano, mientras que Argentina, Chile, Uruguay y el sur de Brasil, forman el Cono Sur, una región del subcontinente que se caracteriza por los más altos estándares de calidad de vida y desarrollo en relación al resto de Latinoamérica. Colombia y Venezuela, además de estar en la región Caribe, pertenecen también junto a Bolivia, Ecuador y Perú a la zona andina y a los países de la cuenca del Amazonas.
Desde el siglo XVI hasta principios del siglo XIX la mayor parte de América del Sur estaba dividida en colonias gobernadas, mayoritariamente, por España y Portugal, seguidas por una colonia del Reino Unido, una de Francia y otra de los Países Bajos las cuales se fueron convirtiendo en repúblicas, con la excepción de la Guayana Francesa convertida en Departamento de Ultramar francés (Región Ultraperiférica europea) y las Islas Malvinas e islas vecinas. Si bien, el límite actual de América del Sur con América Central se ubica en una línea imaginaria en la selva del Darién, fue a partir de la construcción del Canal de Panamá que se empieza a asociar a este país con América Central en medios anglosajones. Finalmente en el año 1955, Panamá pasa a formar parte de América Central geográficamente, pero mantiene lazos históricos y culturales con América del Sur.

INDEPENDENCIA DE BRASIL

El detonante para la independencia de Brasil es, al igual que para la América española, la invasión de la Península Ibérica por parte de las tropas de Napoleón. Los franceses capitaneados por Jean Andoche Junot (Bussy-le-Grand, Francia, 1771-Montbard, Francia, 1813) entrarán en territorio portugués en octubre de 1807, con el objetivo es aislar por mar a su eterna enemiga, Inglaterra.
Ante estos hechos, los británicos ofrecerán protección a la familia real portuguesa y a su extensa corte para abandonar el país en dirección a Brasil. Encabezada por el regente Juan (Lisboa, Portugal, 1767-Lisboa, Portugal, 1826) y su esposa la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hija de Carlos IV, la expedición transportará a más de 10.000 personas. La corte se instalará en un principio en Salvador de Bahía donde llegará en enero de 1808, para establecerse definitivamente en Río de Janeiro.
Desde 1808, y vistas las ventajas de gobernar desde este rincón del mundo, el príncipe regente elevará el principado de Brasil a categoría de reino, conformando el Reino Unido de Portugal, Brasil y los Algarves.
Este ascenso a categoría de reino que impulsa Juan iguala en derechos a la colonia y a la metrópoli. Coincide con el fallecimiento de la reina María I (Lisboa, Portugal, 1734-Río de Janeiro, Brasil, 1816), incapacitada mentalmente para gobernar desde hacía años, y su sucesión en Juan VI.
Juan VI, aprovechando la prosperidad económica y la relativa tranquilidad interna, planea la expansión de Brasil hasta anexionarse la Banda Oriental, creando la Provincia Cisplatina en 1817, pese a la combativa oposición de José Gervasio Artigas.
La mecha de la independencia había prendido también en Brasil. El levantamiento más importante será el de Pernambuco de 1817 que aúna al descontento, los problemas económicos y sociales de la población frente a la prosperidad de que goza la corte en Río, en un momento en el que la reactivación mundial de la economía hunde los precios brasileños. Los insurrectos persiguen la instauración de una república, pero el movimiento se acaba con la represión y la ejecución de los cabecillas.
Pacificada ya la Península Ibérica, en Portugal crece el descontento por la permanencia de Juan VI en Río de Janeiro. Las protestas se canalizan a través de las propuestas de un liberalismo constitucionalista al estilo español, llegando a pronunciarse un grupo de militares en Oporto en agosto de 1820, como lo había hecho unos meses antes en España el teniente coronel Rafael del Riego.
Portugal padece los descalabros de la apertura y la libertad del comercio decretada para la flota británica bajo la regencia de un general inglés. La culpa se achaca a la desatención de Juan VI en beneficio de sus intereses brasileños. Obligado por los acontecimientos y contra su voluntad, el rey regresará a Lisboa en 1821, donde aceptará la futura constitución que elaborarían las Cortes en Portugal.
Consciente del clima liberal e independentista que invade la excolonia, el rey Juan deja en Brasil a su hijo Pedro (Queluz, Portugal, 1798-Queluz, Portugal, 1834), y le recomienda que encabece los posibles movimientos emancipadores que surjan para asegurarse la permanencia de la dinastía Braganza al frente de Brasil.
Las Cortes de Lisboa con una escasa representación brasileña, pese a la igualdad jurídica de ambos territorios, son el escenario donde se debate la permanencia de Brasil como reino o su vuelta al estatus de colonia anterior a 1808. En tierras brasileñas se produce una división entre los que quieren mantener el sistema actual, con una autonomía que tanto había favorecido sus negocios, entre ellos la trata de esclavos; y los liberales radicales, partidarios de un régimen republicano.
En Portugal, la mayoría, partidaria de la supresión de la autonomía, exige la vuelta a Lisboa del príncipe Pedro. Los grupos de poder brasileños son conscientes de lo que supondría el regreso a sus orígenes como colonia. El príncipe Pedro se niega a viajar a Portugal el 9 de enero de 1822, y el 7 de septiembre declara la independencia. En diciembre, es coronado como Pedro I, emperador de Brasil.
Ante la lejanía física, Portugal se ve incapaz de atajar esta sublevación. El territorio independizado adoptará la forma de imperio bajo un gobierno liberal. Inglaterra no tardará en reconocer a la nueva nación (1825), a cambio de sustanciosas mejoras en sus ya ventajosas relaciones comerciales. Portugal seguirá los pasos de Inglaterra, alentada por ésta y por la generosa indemnización que recibirán del nuevo imperio.
En 1831, Pedro volvió a Portugal para recuperar el trono que le había usurpado su hermano Miguel (Lisboa, Portugal, 1802-Karlsruhe, Alemania, 1866) a la muerte de Juan VI y entregarlo a su hija María (Río de Janeiro, Brasil, 1819-Lisboa, Portugal, 1853). Y en el trono brasileño le sucedió su hijo Pedro II (Río de Janeiro, Brasil, 1825-París, Francia, 1891).

INDENDENCIAS DE 1830 A 1848


La Revolución de 1830.
      Durante la década de los años veinte se inician una serie de transformaciones en lo que se refiere a la construcción. Se construyen menos ferrocarriles, barcos de vapor...El epicentro será Francia. Al mismo tiempo surge una crisis alimenticia, desaparece la patata, y el maíz, el otro elemento alimenticio, comienza a subir de una forma desmesurada provocando revueltas por falta de alimento además de afectar a la economía (alimento más caro, más dinero para comida menos para otros menesteres).
      En Francia muere, en 1824, Luis XVIII, y es sustituido por Carlos X, quien en julio de 1830 expidió una serie de decretos que imponían una mayor restricción a los periódicos; modificaba las leyes electorales eliminando a miles de votantes; disolvió la cámara de representantes, y naturalmente desató un levantamiento armado que obligó la renuncia del Rey. En su lugar se colocó Luis Felipe Duque de Orleáns, quien estableció una monarquía constitucional, que tampoco resultó democrática, ya que su gobierno solo beneficiaba a la clase alta; tenían derecho al voto solo
250. 000 personas de la clase acomodada, y se siguió considerando a las organizaciones de trabajadores como ilegales.
      Luis XVIII, monarca de Francia, emplea una política muy dura. Mantiene el régimen de la Carta Otorgada. Es sucedido por Carlos X el cual suprime la Carta (en especial los derechos y libertades). Creó las ordenanzas y suspende la ley electoral. Tantas reformas que afectan negativamente al pueblo no van a ser aceptadas de buenas a primeras, empiezan las quejas. Un periódico parisino es el que encabeza dichas quejas, publica un manifiesto firmado por 44 periodistas que se niegan a las nuevas reformas. 
      En el primer día, aunque no hay ningún conflicto bélico, tenemos a obreros, estudiantes y diputados en las barricadas. Durante el segundo, se abre fuego por parte del ejército. Los hombres de las barricadas movilizan a toda la nación levantándose una gran masa de gente de toda clase y condición. Carlos X, ante esta situación, no puede hacer nada así que abandona,  se marcha; deja todo el poder en mano de los únicos que pueden dirigir el país: un grupo de los diputados.
 
Con este derrocamiento la revolución ha empezado. A la vez, se presenta el primer problema: ¿qué hacer?, ¿qué camino tomar: república o monarquía? La idea de república se desecha, se prefiere mucho más la monarquía; aunque, sin que permanezca en el trono Carlos X. No obstante, aparece la familia de Orleans, concretamente Luis Felipe, que se ofrece voluntariamente. Vuelve al sistema de Carta Otorgada, la libertad de prensa, derecho al voto (voto censitario)... la burguesía controla. Sin embargo, también debemos recordar la participación de otras masas sociales que no están recibiendo nada a cambio. Todo este descontento hace que los obreros comiencen a tomar conciencia. 
      Por otro lado, la monarquía tiene otros problemas. Un grupo de borbónicos tradicionalistas provoca, en el campo, levantamientos acusando su mal estado; todo se verá agravado con una epidemia de cólera. Tienden, todos ellos, hacia la república. Protestan ante la monarquía eminentemente burguesa. Aún así, los movimientos se van desvaneciendo, debido a ciertas mejoras sociales para los obreros  (trabaja menos y cobra más y todo gracias al gobierno de Luis Felipe). Desde fuera de Francia se puede observar una evolución positiva, no aparece, Francia, como potencia vencedora pero sí va saliendo de la crisis. 
      En el campo también hay avances, se relanza el ferrocarril y el gobierno protege la actividad industrial interna desfavoreciendo lo extranjero. Su único problema reside en el nombramiento del gobierno que al hacerlo el rey directamente propicia un gran desacuerdo y en consecuencia muchos cambios (hubo hasta 17 gobiernos).
      Las repercusiones de esta revolución en Francia se manifestaron en Bélgica, que por decisión del Congreso de Viena, estaba bajo el dominio de Holanda; en 1830 los belgas se rebelaron y declararon su independencia nombrando como su rey a Guillermo I, aunque este no  fue reconocido hasta ocho años después.
      Bélgica era una zona muy importante dentro de la revolución. Era un territorio de Austria la cual se lo regala a los propios belgas. Su función es la de ser un estado-tapón. Está sometida a muchas tensiones propiciadas por los enfrentamientos al meter en " el mismo saco " a dos regiones muy distintas una de la otra: Holanda y Bélgica. La primera, Holanda, protestante, la otra, Bélgica,  católica.  El elemento de ruptura, sin embargo, se debe fundamentalmente a la actividad económica.

 EL CONGRESO DE VIENA Y LA SANTA ALIANZA




Los orígenes
La derrota de Napoleón fue entendida por los mandatarios europeos como la derrota de la Revolución Francesa. Manteniendo este postulado como base, se pretendió que la derrota de Napoleón no tuviera como consecuencia la mera repartición del mapa europeo, sino la recomposición del Antiguo Régimen y la eliminación de los principios ideológicos ilustrados que, a juicio de los vencedores, habían producido el fenómeno revolucionario. De ahí que la palabra en boga sea "Restauración", reposición del antiguo estado de cosas.
La ideología de la Restauración
La filosofía política de la Restauración tiene en Novalis, De Maistre y Burke sus más claros representantes. Todo aquello que combatieron los ilustrados del siglo XVIII vuelve a ser la ideología oficial: Se opone a la noción ilustrada de progreso la de tradición; a la de tolerancia, la supremacía de la autoridad; a la razón como principio organizador de la vida, el espiritualismo.... todo responde a una idea muy vieja: LA ALIANZA ENTRE EL TRONO Y EL ALTAR.
Los principios políticos concretos que emanan de estos planteamientos (y que Gran Bretaña, más interesada en temas comerciales desdeña) son:
Legitimidad: Tienen acceso al
poder aquellos a los que Dios, por medio de la herencia, ha elegido. No importa que el gobernante no tenga la misma nacionalidad que sus súbditos, lo que importa es que sea legítimo.Absolutismo. Al obtener el monarca su poder de Dios, no debe someterse al control de los hombres. Por tanto, es rechazada la idea de una Constitución. En todo caso, el Rey podía conceder a sus súbditos una "Carta Otorgada", un documento por el cual el Rey se compromete por su gusto, a gobernar a sus súbditos de una forma determinada. Las Cartas Otorgadas, además de ser muy restrictivas en cuanto a derechos y representatividad, no deben de ser confundidas con una Constitución, ya que de entrada no se reconoce el principio de soberanía nacional. En resumidas cuentas, coexisten en Europa tres tipos de régimen político: Monarquías absolutas como Rusia, Austria o España; monarquías de Carta Otorgada como la francesa de Luis XVIII y monarquías parlamentarias.Equilibrio: Es un principio de inspiración británica. Sostiene que ningún país europeo debe destacar por encima de los demás. Esto tiene una doble lectura: se evitan conflictos en Europa y, por otra parte, Inglaterra queda como árbitro de la situación al poder inclinar la balanza a favor de uno u otro.
Intervencionismo: Las potencias se comprometen a intervenir en aquellos territorios que, perteneciendo a otra
potencia, sufrieran movimientos populares que pusieran en cuestión los otros principios señalados. Esto conduce a un sistema de alizanzas y foros de discusión, los congresos, que analizaremos más adelante.
Las potencias de Viena: sus representantes y sus intereses
Aunque todos los implicados en las gueras contra Napoleón tuvieron su sillón en Viena, la habilidad política de los ministros negociadores tuvo su importancia en el resultado final. El embajador francés, por ejemplo, acabó presentando a Francia como una potencia vencedora.
Rusia
Representada por Noselrode aunque también intervino el propio Zar Alejandro I, era el temor del resto de los grandes por el enorme potencial de su ejército. Ansiaba tres zonas de expansión:

  • Siberia, al Este
  • Polonia al Oeste
  • Los Balkanes al Sur. Moscú se siente la Roma Eslava, heredera de Bizancio y cabeza de los pueblos ortodoxos de los Balkanes en especial de los serbios. Además de este interés religioso existía otro de índole política y económica: Rusia tendría así acceso al Mar Mediterráneo.
Austria
Aunque el país lo encabezaba Francisco I, la representación austríaca estuvo dirigida por Metternich. Su capacidad de negociación y convicción era tan grande que el sistema de la Europa Restaurada tuvo también el nombre de "Sistema Metternich". Las principales aspiraciones austriacas se drigían hacia los Balkanes.
Gran Bretaña
Tenía como delegado a Castlereagh. No muy preocupado por la restauración del sistema absolutista, su interés es doble:

  • político, manteniendo un sitema de equilibrio continental gracias al cual adquiriría el papel de árbitro en las disputas continentales.
  • económico: aumentar los mercados exteriores, para lo cual debe hacerse con bases en el Mediterráneo que le aseguren la comunicación con sus colonias.
Prusia
Federico Guillermo III estaba representado por Handenberg y no tuvo especial protagonismo. sin embargo, es uina potencia a tener en cuenta en el desarrollo de los acontecimientos.
Francia
Tenía como portavoz a un hábil negociador, Talleyrand. Supo presentar a su país como una nueva nación tras la reposición de la monarquía en la figura de Luis XVIII.
El Resultado: Un nuevo mapa europeo
(Ver mapa adjunto)
INGLATERRA obtiene lo que más le interesa, posiciones maritimas: Malta, las Islas Jónicas y la conservación de Gibraltar, con lo que se asegura su hegemonía sobre el Mediterráneo. Obtiene además bases fuera de Europa: El Cabo y Ceilán en la ruta de la India y refuerza sus posesiones en las Antillas, cara al comercio americano.
AUSTRIA recibe el N de la Península Itáloca ( el reino Lombardo-Véneto e influencia sobre los territorios de Toscana, Parma y Módena ). También obtiene una salida al Mediterráneo al incorporarse las Provincias Ilíricas.Las posesiones en Alemania garantizan la intervención del emperador austriaco en los asuntos de la recien creada Confederación Germánica.
PRUSIA Obtiene Renania, haciendo frontera con Francia pero quedando dividida. Puede influir, al formar parte de ella, en los asuntos de la Confederación Germánica.
RUSIA Obtiene Finlandia (antigua posesión sueca), Besarabia (antigua posesión turca) y el zar es a la vez rey de Polonia.
SUECIA Pierde Finlandia, pero es compensada con Noruega. De esta manera se evita que una nación, Dinamarca, controle por sí sola los accesos al Báltico.
Se crean unos estados tapón en torno a Francia: el reino de los Países Bajos Unidos (Bélgica/Holanda), la Renania prusiana, la Confederación Suiza y el reino de Piamonte-Cerdeña.
La Península Itálica quedó dividida:
Dominio austriaco al N.
Estados Pontificios en el Centro.
Reino de Nápoles-Dos Sicilias al S., gobernado por los Borbones.
En la Península Ibérica no hay modificaciones sustanciales.
Los problemas de organización geográfica que se deducen de este mapa son los siguientes:

  1. Se crean rivalidades entre potencias:

  • Entre Inglaterra y Rusia, ya que la primera desea una superioridad basada en la Marina y Rusia desea la hegemonía europea gracias a su potente ejército.
  • Entre Austria y Rusia por el dominio de Polonia y los Balkanes
  1. Entre Prusia y Austria por el interés en dominar los Principados alemanes
  2. Aparece una geografía distanciada de los deseos de los pueblos, lo que será terreno abonado para el desarrollo de un nuevo fenómeno: El Nacionalismo
  • Hay dos nacionalidades divididas:
    • Alemania, en 39 estados
    • Italia, en 7
  • Hay dos estados plurinacionales:
    • El imperio Austríaco en el que conviven: alemanes, checos, croatas, , eslovenos, húngaros,...
    • El Imperio otomano (Turquía): turcos, grigos, búlgaros, servios, albaneses..
  • Hay nacionalidades sometidas a otras:
    • Irlanda a Inglaterra
    • Polonia, en su mayor parte a Rusia, aunque también a Austria y Prusia
    • Noruega a Suecia etc..
LA SANTA ALIANZA
Antes de que se disolviese el Congreso de Viena, el zar Alejandro I realizó una particular propuesta, la de crear una Santa Alianza con el fin de garantizar el mantenimiento del orden absolutista y reprimir cualquier intento de alterar la situación política de la Europa de la Restauración. Fue la Santa Alianza un acuerdo entre Rusia, Austria y Prusia, pero será transformada en realidad práctica por el ministro austriaco Metternich, naciendo el llamado " sistema Metternich ",es decir la posibilidad de poder intervenir militarmente en cualquier país contra movimientos liberales y revolucionarios.
Sin embargo, otro pacto: la Cuádruple Alianza, suscrita por Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra, más eficaz y realista, sería el verdadero árbitro de la situación internacional, haciendo nacer la llamada " práctica de los Congresos ", que preveía la celebración periódica de conferencias tendentes a mantener la paz y hacer respetar los intereses comunes de la Europa de la Restauración. Los congresos, que se desarrollan entre l818 y l822, discuten las medidas a tomar frente a las inquietudes y desordenes de caracter liberal o nacionalista, los principales son: C. de Aquisgrán, Troppau, Laibach, Verona( este último supuso la intervención de un ejercito apodado como los Cien Mil Hijos de San Luis en España para restaurar en el absolutismo a Fernando VII)

 

 

LA COLONIZACION DE ASIA Y AFRICA



 

El colonialismo en el siglo XIX
  • Conquistar: Ganar mediante las armas un territorio, población, etc.
  • Colonización dominar un país o territorio (la colonia) por parte de otro (la metrópoli). El proceso de colonización puede ser de carácter económico, político, militar, cultural, o presentar otras manifestaciones; así como desarrollarse de forma violenta o pacífica.
  • Diferencias y similitudes entre conquista y colonización:
    Diferencias:
    • La conquista se realiza dominando por fuerza 1 territorio ( no instalando colonias); la colonización puede ser por fuerza o no, pero instala colonias en ese territorio
    • la conquista supone la aniquilación del enemigo; la colonización supone la absorción de territorio por medio de las colonias
    • la conquista ingresa con un ejército al territorio; la colonización establece colonias que se autodefienden
    • la conquista no supone un intercambio cultural; la colonización, si.
    Similitudes:
    • 1: adquisición de territorio
    • 2: sumisión del dominado
    • 3: enajenación de bienes
    • 4: redistribución del territorio
    • 5: supresión de derechos
  • Tres fases pueden distinguirse en la formación de una colonia: conquista, organización y explotación económica.
    En algunos casos se resucita el sistema mercantilista;
    Más frecuente es la implantación de la administración estatal con modalidades varias, como la asociación, que mantiene los cuadros administrativos indígenas.
    Protectorado: gobierno colonial que (en teoría) respeta a las autoridades locales, cuya gestión se reduce a la política interior, mientras las autoridades coloniales se hacen cargo de la política exterior y el ejército.
  • Durante el siglo XIX exploradores ingleses, alemanes, franceses, austriacos, italianos, portugueses y turcos se adentraron a territorio africano imponiendo su gobierno y adueñándose de las riquezas naturales africanas a través de la explotación, la esclavitud y el sometimiento.

  • Holandese 1